martes, 3 de marzo de 2015

Esa mierda que la gente llama moral

¿A qué nos referimos cuando hablamos de moral? El sentido legal o religioso que se vincula directamente con la idea de moralidad no pueden, bajo ningún punto de vista, reducirse a sus únicas acepciones. Porque el sentido moral que poseemos, y que solemos creer es resultado de algo así como una “ética personal interna”, está muy lejos de ser un sentimiento producido por y desde el sujeto mismo. Cuando hablamos de moral hablamos también de condicionamientos, de coacciones, producciones socio-políticas, costumbres y cultura.

Siempre aborrecí tanto esa idea de la moral como aspecto formador de carácter, como factor condicionante para nuestras acciones, como ese concepto que todo lo puede. Bajo la idea de moral se esconden todas las ficciones que corrompen al hombre y que lo hacen tan miserable. Bajo la idea de moral justificamos las más atroces e impersonales acciones.

Y es que, de hecho, la moral nada tiene que ver con la esencia del individuo, por el contrario, su intento por universalizar y generalizar la teoría y la práctica social son maneras de destruir esa esencia generadora, originaria e irrepetible.

La moral nos empuja a través de la vida, nos condiciona desde la crianza, desde los aspectos más ínfimos y a través de nuestro crecimiento. Nos permite convivir en sociedad, claro está, pues sino ¿cuál sería su objetivo? Más que cooptar y naturalizar ciertas costumbres que de otra forma serían percibidas por el sujeto como construcciones aleatorias. Y la presión social siempre puede sentirse apenas intentamos escaparnos o empezar a romper con aquello que la moral establece debemos aceptar y realizar, cuando destruimos, finalmente, esa concepcion producida e internalizada de la moral como idea dignificadora. 

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