Hoy pude mirarte.
Mirarte sin desesperación, observarte para retenerte, no para cuestionarte.
Hoy mientras leía
cuentos de antaño, sentí el aroma de la vida silvestre arrasada y envuelta por
la lluvia de primavera, la cual intensificaba su presencia y hacía de su ser algo
totalmente evidente, claro. Y pensé en lo evidente.
Hoy quise
recordarte y aferrarme a todo aquello que nos conforma y nos evidencia, y sin
tratar de entenderlo sonreí, precisamente, porque comprendí que
no debía entenderlo.
Hoy me sentí muy
afortunada de poder escuchar esos acordes, y de poder apreciar lo vívido de
quienes lo estaban produciendo.
Hoy empiezo a
conocerte, a pensarte de otra manera. Pero hoy también quiero des-mitificarte,
des-bendecirte, desterrar de una vez por todas la imagen caritativa y
angelical. Hoy quiero romper, corroer, violentar todo aquello que intente
comprenderte, estereotiparte o simplemente eternizarte.
Y hoy mientras
te des-mitificaba, te des-bendecía, reafirmé mis sensaciones más
estimulantes y latentes sobre la ontología de mis pensamientos.
Arrasada y envuelta por la lluvia de primavera.
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