Las ya cooptadas limitaciones de los conceptos nos arrojan constantemente a la disyuntiva abismal de este mundo ya establecido en esa natural predisposición condenante.
Hablamos de civilización o de barbarie, de naturaleza o construcción, de identidad o de no-ente. Nos movemos todo el tiempo en ese espacio lineal aceptando que sólo somos eso y nada más que eso.
Por eso es idóneo pensar que vivimos en La Trivialidad hecha lenguaje y hecha vida misma.
No sé si quiero deconstruirte, no sé si debería deconstruirte.
Colgar la responsabilidad de nuestras decisiones sobre esa dicotomía auto-destructiva no hace más que prolongarnos perecientes en el planeta del capital que ha negado desde sus inicios esa instancia anomalística que en él reside.
Que ha negado ser violento infundiendo violencia.
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