lunes, 4 de octubre de 2010

La simplicidad del propio acto mimético pasa constantemente a niveles superiores, o se pierde en la rutina terrestre. No importa.

Vagabundean las almas absorbidas por la disciplina y, paradójicamente, atomizadas a su propia visión programada del mundo. El trabajador, el debate.

Aquéllo es premisa de discreción… inconsciente. ¿Puede Dios culparnos por ser víctimas de su propia creación errática?. Lo que sea.

Ignorancia a la complejidad, sumisión a problemas irrelevantes, obediencia que responde a valores heredados, transmitidos pero cognoscibles.



La verdadera cuestión es que lo desconocemos.

No hay comentarios: