lunes, 10 de mayo de 2010

El mensaje es claro. El discurso, prometedor. Las consecuencias, no tanto. El responsable, un ente anónimo que se abate muy por encima de la conciencia crítica de la mayoría de los pueblos y comunidades. Pueblos cada vez más desesperanzados, cada vez más pobres y, por ende, menos útiles para el Ente.

Es invisible, se impone como una fuerza natural bajo la promesa de equidad e igualdad social basada en una “libertad individual”, libertad que crece en la medida en que más sectores excluye. Y en los sectores de los “desconectados”, de los “atrasados sociales” no existe la competencia, no existe el empleo. Ni existen las posibilidades.

Una notable falla entre discurso y realidad se hace evidente cuando entendemos que el capital financiero está en manos de unos pocos, o cuando denotamos que este mundo ya no necesita mano de obra para mantener las cuentas bancarias virtuales que viajan de un lado al otro sin regulación alguna. Bendito sea el software, proclaman los capitalistas que manejan y organizan el mundo de manera elitista y xenófoba.

Pero, los neoliberales también afirman que la causa del atraso social de los países periféricos no tiene relación alguna con la instalación de las empresas transnacionales y la posterior usurpación y arrebato de los mercados internos y locales.

Ahora bien, todos conocemos la manera en la que operan dichas empresas para llevar a cabo la explotación de los recursos naturales ajenos: guerras, golpes de estado. Miseria.

El punto es que, aunque los sectores excluidos intentaran reincluirse en este mundo glocalizado[1], no tendrían ni tienen los medios como para siquiera proponérselo. En el caso de África, por ejemplo, donde las mejores tierras de cultivo han sido vendidas o rentadas a empresas transnacionales, la subsistencia a través de medios propios se torna meramente imposible.

A medida que las tecnologías de información avanzan y se perfeccionan, millones de personas quedan aún más excluidas porque, de la población mundial, solamente un muy bajo porcentaje tiene acceso a éstas. Por consiguiente, surgen los interrogantes. ¿Dónde están los beneficios generales de la autorregulación a través del libre comercio?, ¿hasta qué punto el mercado es tan libre?.

¿Cuál es la solución a dichos problemas de desigualdad social causados por la acumulación desmedida de la plusvalía?

Bueno, no creo que un tema tan extenso y debatible se pueda resumir en unas pocas hojas, pero sí puedo afirmar que el método no es simplemente alimentar a la población empobrecida. Las campañas humanitarias, si bien permiten la subsistencia de algunos pueblos carenciados, no son la respuesta al arrebato de la identidad social, ni la solución a los amplios niveles de desigualdad que padecemos hoy en día.

No es solución ni lo será mientras algunos de ellos solamente puedan satisfacer una necesidad tan básica como alimentarse, mientras que una minoría disfrute de viajes espaciales y conectividad satelital en todo momento. Y no es que me oponga al progreso personal, pero la riqueza desmedida no se obtiene con el simple esfuerzo. La acumunlación de riqueza en extremo es producto de las relaciones capitalistas que no permiten que el sector dominado se desarrolle y crezca, en tanto es y seguirá siendo el sector dominado.

La conciencia colectiva, crítica, el interés por el lugar en el que vivimos se torna elemental si queremos, a largo plazo, desestabilizar un sistema mundial que, en manos de una elite desinteresada e inhumana, corrompe, coacciona y condena al resto de la población mundial a ser las víctimas acalladas, censuradas en un modelo que, claramente, no ha cumplido sus promesas.

[1]Término que utiliza Bauman para explicar el resultado contrario que tiene el efecto de la “globalización”. La glocalización se refiere a la acumulación de capital y libertades por parte de la minoría capitalista.

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