miércoles, 11 de noviembre de 2009


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Me transmitís la rabia, el odio desenfrenado y casi catastrófico, el pérfido pensamiento, la sensación neutra más neutral del universo entero. Porque el mundo es tan horrible, las sombras son tan insignificantes como tu propia voz, como el esfuerzo vano que te autoexigís, que me intentás imponer.
No te imponés, no me influenciás porque te regalo las palabras, las dejo a tu medida.

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